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Pelo ruliento ¿signo de inseguridad?

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El pelo ruliento hoy en día está muy de moda, como también lo está el “amor propio”, la mujer empoderándose de sí misma y rompiendo toda barrera de estereotipos diciendo “me amo tal cuál soy”. Pero ser crespa puede llegar a entorpecer el camino hacia ese fin, porque cualquier rulienta sabe lo mucho que nuestro pelo puede afectar nuestra autoestima.

El pelo ruliento siempre ha sido sinónimo de descuido personal, ya que suele ser opaco, seco, voluminoso y desordenado. Y al ser un pelo poco común, también es muy poca la información que se sabe sobre su cuidado, por lo que la mayoría opta por el alisado. A simple vista esto puede ser la solución, pero se transforma en una condena. Sabemos que el pelo liso es fácil de tratar y que se ve siempre prolijo, pero para una rulienta llegar a esos resultados, significa enfrentarse a tratamientos caros, dolorosos y muchas veces perjudiciales para la salud de nuestro pelo, y todo esto para sentirnos “normales” y “aceptadas”.

 

Yo he sido rulienta toda la vida, está en mi genética. Mi mamá es de raíces árabes y mi papá es de raíces italianas, no tenía por dónde no salir crespa. Casi toda mi familia tiene rulos, por lo que siempre fue algo más común de ver. Como mi mamá nunca se alisó el pelo, siento que nunca fue opción para mí, pero no significa que fue algo fácil de llevar. En el colegio envidiaba a mis amigas porque tenían pelo liso, ese pelo siempre brillante y ordenado que se podían hacer mil peinados en un día y su pelo seguía igual de perfecto, versus el mío, que tenía que elegir bien el peinado en la mañana porque así se quedaría durante el resto del día.

Siempre luché con mi pelo, odiaba que tuviera tanto volumen, odiaba que fuera tan llamativo y difícil de llevar. Casi toda mi infancia lo llevé amarrado. Me hacía el moño super tirante, porque quería que el pelo se me cayese, porque tenía demasiado y lo odiaba. Un día me aburrí de la lucha constante que tenía siempre conmigo, no aceptando lo que por genética era parte de mí. Así que decidí cortarme el pelo, para no poder amarrarlo más. Al fin me liberé. Y fue sorprendente. Empecé a notar que mi pelo era un atractivo físico, me daba una belleza “exótica”, eso empezó a darme seguridad y al fin empecé a aceptarme y quererme.

Pero cuando ya logré sacarle todo el partido a mis rulos, pude ver lo hermoso del pelo ruliento, y ya no es simplemente aceptar lo que tengo, hoy celebro que tengo rulos, porque los amo y no los cambiaría por nada del mundo. Son mis raíces, son lo que me definen, son quién soy ahora.
 

 

 

Hoy en día el pelo ruliento para mí es signo de seguridad, de empoderamiento, de rebeldía y belleza. Porque cuando veo a una mujer mostrando con orgullo su melena, veo a una mujer empoderada de sí, veo una mujer que sé que luchó muchas batallas internas, prejuicios y que logró pasar muchos de esos obstáculos de inseguridades para poder lucir así. Como dije en el principio, cualquiera con el pelo ruliento sabe lo mucho que nuestro pelo puede afectar nuestra autoestima. Pero si aprendemos a manejarlo, cuidarlo correctamente y aceptarlo, estamos un paso más cerca de la autoconfianza y el amor propio. Con mi cuenta de Instagram @esderulos, les entrego información para que puedan lograr este empoderamiento. Quiero que más mujeres se sientan únicas con su pelo, y que de la aceptación pasemos a amarnos tal cual
somos.

Libera tus rulos.

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