Carola Varleta y Filippa Engel: “El vínculo madre e hija es único”
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La actriz muestra a su hija por primera vez, en el día del amor.
Carola Varleta no se resistió a la idea de dar a conocer su experiencia como madre primeriza en un día tan especial, el 14 de febrero.
La actriz de 39 años de edad no había mostrado nunca antes a Filippa, de ocho meses, porque no tenía una razón de peso que superara la mera exposición. Hoy se atreve, en el día del amor, y cuando se trata de conversar sobre su niña se le llenan los ojos de brillo. Está en modo maternidad y aunque echa de menos actuar, sabe que no es el momento, todavía.
Hace rato que a Carola le picó el bicho de formar una familia, pero no fue hasta que conoció a Kabir Engel que se sintió lista de dar un paso más. Su historia de amor con el hijo de Pedro Engel fue azarosa, de principio a fin, incluso cuando Filippa llegó a sus vidas.
“Yo estaba en una etapa difícil y se dio justo. Yo confío en que hay tiempos. La ansiedad en mi vida no existe. La maternidad tampoco era un tema. No sabía si quería ser mamá, no sabía si era lo mío. Él tampoco. Y de repente se dio. Así ha sido este camino, sin hablarlo mucho”, describió Carola su relación con cara de sorpresa, pero sonriente, consciente de que la sociedad da cada vez menos espacio para que la suerte haga lo suyo. Carola habla y la fortuna se manifiesta.
Su hija Filippa llegó ad portas de los 40, en el momento preciso. Porque para Carola no hay tiempos a la hora de trazar un camino, hay procesos personales. El reloj biológico nunca penó a la intérprete. “Estamos viviendo en una sociedad súper exitista, que impone tiempos para todo.‘Si tú no tienes esto a esta edad no vas a ser feliz’. Es tan importante conocer tus límites, a ti mismo, para crear tu propio camino. Si uno vive comparándose al resto, se frustra, no va a ser feliz, nunca”, reflexiona en medio de una conversación donde Filippa participa, jugando en el piso de madera del departamento, con sus cascabeles y caja musical.
Hablemos de Filippa
Carola tuvo un embarazo complicado que se traduce en una sola palabra: vómitos. Las náuseas no la soltaron hasta casi cumplidos los cinco meses y estuvo dos semanas hospitalizada debido a una deshidratación. “Tenía una caña constante que no se pasaba con nada”, recordó antes de revelar la parte mágica de su estadía en la clínica.
“Cuando estaba en el hospital no sabíamos el sexo porque no se dejaba ver y soñé que era niñita. No puede ser que un sueño me lo diga, pero sí, pasó”, contó y no se detuvo. Su madre llegó a verla y le dijo que había soñado su nombre: Filippa.
Y llegó el día del parto. Nueve horas de trabajo con “la mejor matrona del mundo”, su pareja y su familia. “Mi parto fue hermoso. Acompañada de la hormona del amor, drogada de amor. Llegó el doctor, vi a Kabir y le dije ‘pon música’ y llegó ella y la vi y dije ‘eres tú la que estaba aquí dentro’, fue el milagro de la vida. Pedí que me mostraran la placenta y yo le hablé: ‘tú fuiste la que ayudaste a filtrar todo’. Es la naturaleza misma, es conectarse con la génesis de todo y por eso te cambia la perspectiva de la vida. La raza humana es muy bonita. Vi a la Filipa y sentí magia”, recuerda mientras la mira ahora, ocho meses después, bajo el mismo hechizo.
Ser madre no es fácil, un cliché que tiene todo de cierto ¿Y primeriza?, un desafío mayor que para Carola es comparado a una montaña rusa. “Atroz, uno sufre mucho. Yo no quiero verla sufrir entonces tiene algo y me desespero. Llamo al tiro a mis amigas que tienen más experiencia. Por ejemplo la fiebre, ‘¿qué hago con la fiebre?’. Pero son bichos que están en su cuerpo y tiene que adaptarse a ellos… cuesta. Pero lo más bonito es que aparece la intuición y uno va captando señales. Uno tiene que confiar en su intuición, en el instinto maternal”, aconseja.
A futuro Carola espera mantener la conexión única que hoy siente al mirar a Filippa, lazo emocional que forjó junto a su madre pese a ser hija de padres separados. “Mis papás se separaron cuando tenía ocho años. Me costó harto pero nada de eso yo quiero transmitirlo en mi relación con mi hija. Filippa es otra cosa, otro cuento, otra historia y no tiene nada que ver con la mía”, asegura con firmeza.
Filippa es su nuevo mundo, su responsabilidad, pero no por eso Carola deja de ser hija, hermana, amiga y pareja. “Soy mamá pero con equilibrio. Tampoco soy una rayada que ‘todo por mi hija’. También me preocupo de la vida en pareja. Y no lo hago por imposición, yo también lo necesito. Soy una mujer que me gusta estar conectada con el mundo exterior y así soy feliz. Mamá contenta, hijos contentos. De repente me quiero hacer un masaje y digo ‘¿sabís que Kabir?, toma’ y me voy un rato y llego con la cara llena de risa”, cuenta sincera en medio de un país crítico, con madres opinantes sobre todo en las redes sociales.
Los demás, y yo…
La maternidad Carola la vive con hermetismo pese a ser una persona pública. Fue un mecanismo de defensa innato que tomó dentro de una sociedad que se manifiesta libre a través de internet, muchas veces perdiendo el respeto.
“Estoy aburrida del discurso de mamás que se creen dueñas de la verdad. Siento que hay una neurosis con respecto a la maternidad y decidí vivir la mía sin eso. ‘Es que no vas a dormir nunca más’, ¿por qué tiene que ser todo tan malo? Yo digo, ‘¿vas a ser mamá? Maravilloso, es una experiencia hermosa’. Uno deja de dormir, pero gana otras cosas”, señala y puntualiza en los periodos de la vida.
“Todo es transitorio. Las guaguas van mutando, tú vas mutando. Yo podría decir ‘estás embarazada, vas a vomitar’ y no. Son experiencias súper personales. Yo decido mi maternidad como yo quiero y no quiero comentarios neuróticos, por eso filtré mucha información”, agrega.
Una de las cosas que aprendió Carola tras convertirse en madre fue a no cuestionar. Hoy la comunicadora no enjuicia otras formas de crianza. “Nunca más critiqué una forma de educar. Antes yo pensaba ‘¿cómo esta mamá puede tratar así a sus hijos?’ Ya nunca más lo diré, porque uno no sabe lo que hay detrás. Hay mamás que no tienen apoyo, ninguno, y sacan adelante familias completas, yo me saco el sombrero”, señala.
Y así como ya no hay cabida a prejuicios, Carola se siente libre de contar una de sus decisiones, la de dar papa a libre demanda. La lactancia para la actriz es poderosa. “Dar papa es la raja. Lo que ocurre ahí es tan animal y tan poderoso, darle tu misma el alimento a tu hijo, es tan femenino y me siento tan orgullosa que decidí mostrarlo. Es una imagen de cómo me siento ahora, empoderada, llena de vida. La maternidad es vida, naturaleza”.
Fotos: Óscar Andreé
Producción y entrevista: Camila Campos
Maquillaje: Carmen Villar
Agradecimientos:
Mastica Botánica Bistro (O'Brien 2830, Vitacura)